lunes, 3 de diciembre de 2012

Kuroshitsuji III Akuma no Tengoku to Tenshi no Jigoku - Capítulo 02


Autora: Pandora Michaelis

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Disclaimer: Ni Kuroshitsuji o sus personajes "oficiales" son de la propiedad de la autora de éste fic, pero hay algunos OCs incluidos.

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Demian: ¡Buenos días/tardes/noches, estimados lectores!

Sebastián: Como la joven ama está ocupada, escribiendo una tarea de "Ciencias de la tierra", nos pidió a mi hermano y a mí que presentáramos el capítulo de hoy de la historia.

Demian: Y de antemano nos pidió que les dijéramos lo inmensamente apenada que se encuentra por tardar tanto en traer el siguiente capítulo, pero como ha estado ocupada en éste regreso a clases, con las tareas y eso, esperamos que entiendan úwu

Sebastián: Eso mismo y muchas gracias a las personas que leen éste fic, sobre todo a las que comentan. Eso alegra mucho a la joven ama, a Demian y a mi persona :3

Los dos: Ahora… ¡Disfruten el capítulo, onegai! ;3

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~Cap. 02~
"Ese mayordomo, recordando"

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Cuando la fiesta de la boda llegó a su fin, ya todos los invitados —entre ellos el vizconde Druitt— se retiraban hacia sus hogares, en sus respectivos carruajes, todos tirados por fuertes caballos. Ciel y Sebastián fueron los últimos invitados en despedirse de los recién casados —aunque Demian, con sonrisa nerviosa, se despedía de su hermano mayor oculto detrás de su amo Juliano, (ya que aun estaba algo… traumado por el "juego" que tuvieron antes, en ese claro del bosque)— antes de subirse en su respectivo carruaje oscuro, ya alejándose de la iglesia. Ciel no pudo evitar soltar un suspiro, tal vez de cansancio, en lo que miraba con tranquilidad el ramo ceremonial, que sujetaba en su mano derecha. Él había sido el que lo había atrapado, (bueno, técnicamente había sido golpeado en su rostro con éste), el bendito ramito de rosas monocromáticas; ciertamente sentía curiosidad, ¿de verdad su futuro casamiento con Lizzy estaba asegurado, tan solo por atraparlo? A la mente del pequeño demonio, llegó un pequeño recuerdo, durante la fiesta en el jardín de la iglesia. Recuerdo en el que cierta muchachita oji-verde y de cabello rubio atado en un par de coletas.

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~~Flashback~~
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¡Cieeeeel~! —Canturreaba la sonriente Lizzy, arrojándose por segunda vez en el día a abrazar al pequeño conde Phantomhive dando vueltas con él en el proceso, en lo que exclamaba muy feliz—. ¡Atrapaste el ramo! ¡Atrapaste el ramo, Ciel! ¡Eso significa que si nos casaremos~! ¿No están contentos?

¡Aaaaagh! —Gritaba levemente el pobre Ciel, ya un poco mareado por las varias vueltas que daba con su prometida, abrazándolo de su cuello—. ¡Elizabeth! ¡Haz el favor de calmarte! —Le dijo con cierto tono severo, una vez pararon sus vueltas.

¡Ay, Ciel! ¡Tú siempre con lo mismo! —Le espetaba la muchacha, haciendo un leve puchero, inflando sus mofletes—. ¿Cuántas veces debo decirte que me digas "Lizzy"?

¿¡Y cuántas veces debo decirte que te comportes como se debe, en un lugar público!? —La eludió con otra pregunta, aumentando la severidad en su regaño y frunciendo mucho el ceño, apartó su mirada—. ¡Es en serio! ¡Uno no puede estar tranquilo, contigo corriendo y gritando siempre!

Al notar el silencio que reinó unos segundos luego de darle ese regaño, se giró extrañado. Pero el rostro del pequeño demonio palideció, al notar que los ojos de la muchacha se encontraban húmedos, amenazando con un posible "ataque de llanto descontrolado". Ciel comenzó a hacer leves movimientos con sus manos, que temblaban de los nervios y con voz suplicante, le decía que por lo que más quisiera no llorara.

—"sniff"… ¿por qué me gritas así, Ciel? ¿Por qué ya no me dices "Lizzy" cómo antes? —Preguntaba con voz temblorosa la rubiecita, con auténtica tristeza reflejada en sus cristalinos ojos verdes—. ¿Es que ya no me quieres, Ciel? ¿Me odias y por eso me gritas? "Sniff"

El escuchar esa pregunta salir de la boca de su prometida, Ciel sintió que su corazón se detuvo por un segundo. ¿De dónde había sacado eso la Middleford? Era cierto que ya no le decía "Lizzy" luego de mucho tiempo. Que le gritaba así de molesto cuando lo sacaba de sus cabales. ¿Pero no quererla? ¿Odiarla? ¡Eso nunca! Ella era su querida prima y prometida; los buenos (algo atolondrados, pero buenos) momentos que había pasado junto a ella, así como los constantes esfuerzos de la pequeña Middleford para animarlo y devolverle su sonrisa, eran tan indescriptiblemente memorables y cálidos, que ni aunque hubiera renacido como demonio podría olvidarlos. Es cierto que el haberse enterado de la "habilidad oculta" de su prima y prometida con las espadas, en "aquella"* ocasión lo había dejado desconcertado, pero tampoco quería decir que la hubiera dejado de ver como la hermosa y alegre chica que era.

Pero ahora con la rubiecita sollozando a todo pulmón y con lágrimas descendiendo cual cascadas, ¿cómo podría calmarla y qué palabras podría usar para decirle que no era cierto lo que ella pensaba? El decirle que su temperamento se había hecho más "duro", porque ahora era un demonio, no era precisamente una respuesta tranquilizante, ya que los únicos que sabían que tanto Ciel (como Sebastián) eran demonios, eran Juliano, Isaura (ésta recién lo había descubierto, aunque como el primer demonio que conoció fue Demian, lo había tomado serena), el padre de Juliano (que era el pastor de la iglesia, el mismo que los casó) y los sirvientes del pequeño conde.

Por primera vez en mucho tiempo, Ciel Phantomhive no sabía qué hacer, mirando con auténtica desesperación a su prometida llorar desconsolada. Algunos de los presentes en el jardín miraban con reproche al pequeño conde, mientras que otras susurraban entre sí cosas como «Pero que vergüenza de parte del conde Phantomhive, hacer llorar de esa forma a una dama»«Esto ya había pasado antes, durante la inauguración de la presa**» y otras como «¿De la misma forma en que la hizo llorar así, tendrá los pantalones para disculparse como buen caballero?». El rostro de Ciel se ensombreció levemente, no por estar enojado sino por sentirse culpable y algo triste, (aunque disimulaba bien, con esa máscara de orgullo suya), de no saber cómo enmendar esa situación. Pero repentinamente y llegando a socorrer al pequeño demonio, Demian posicionado unos metros detrás de la sollozante Elizabeth le tiró, (con gran precisión que podía igualar a la de Sebastián, aun con su condición médica), el ramito de rosas monocromáticas a las manos de Ciel. Ésta vez logró atajarlo correctamente con sus manos, mirando al mayordomo blanco muy extrañado, pero éste le hizo curiosas señas. 

Señalaba primero al mismo Ciel, luego el ramo de flores, para luego señalar a Lizzy y por último hacía un movimiento con su brazo, similar a colocar algo sobre su cabello negro. Demian hizo esas señas repetidas veces, hasta que Ciel por fin pudo captar el mensaje y con algo de dudas, esperando que el plan del Michaelis menor funcionara, hizo lo que le indicó.

Ciel soltó un suspiro, retirando una de las hermosas rosas blancas del ramo monocromático y, (para sorpresa de los presentes y aun más de Lizzy), la colocó con dulzura entre los cabellos rubios de la pequeña Middleford. Lizzy dio un respingo, parando de llorar aunque aun conservando pequeñas lágrimas en sus ojos, los cuales estaban muy abiertos por la sorpresa.

¿Ci-Ciel…? —Preguntó entrecortadamente Elizabeth, pero no pudo acabar ya que el pequeño Phantomhive poso uno de sus dedos en sus labios.

Señorita, le ruego que me perdone —hablaba el muchacho, con auténtico arrepentimiento reflejado en su rostro—. No quise hacerla llorar así. Nunca vuelva a pensar que ya no la quiero y mucho menos que la odio, ya que eso nunca va a suceder —hizo un gran hincapié en el "nunca", para luego acariciar con ternura una de las mejillas de ella, retirando los rastros de lágrimas de éstas, añadiendo con sonrisa serena—. Y no vuelva a llorar, que una hermosa dama como usted no debería ensuciar sus ojos con lágrimas, ¿de acuerdo… Lizzy?

Con sus mejillas levemente ruborizadas a causa de la caricia en su mejilla, la aludida dio un leve respingo mirando fijamente el ojo azul zafiro del muchacho. En completo silencio; el cual causaba que los presentes esperaran su respuesta expectantes, hasta Ciel se encontraba nervioso y esperando que la muchacha aceptara sus disculpas, (aunque disimulaba perfectamente). Finalmente y luego de una demora de 5 segundos —que pareció una eternidad— una sonrisa radiante adornó el rostro de Elizabeth.

Ciel… me alegra mucho… saber que no me odias y… ¡por fin me dijiste "Lizzy"! —Exclamó emocionada la pequeña, lanzándose a abrazar nuevamente a su pequeño prometido, en lo que lágrimas (ahora de felicidad) rodaban por sus mejillas—. ¡Me alegra mucho, Ciel~!

El ambiente se llenó de varios aplausos, al igual que de algunos suspiros enternecidos, así como de algunos silbidos pícaros, (los segundos de parte de los invitados más bromistas, Juliano incluido), lo cual provocó que el pequeño demonio solo se sonrojara de sobremanera y apartara su mirada, tratando de contrarrestar su rubor con su máscara facial de orgullo, sin éxito alguno. En medio de los aplausos, Ciel le envió una mirada a Demian y (aunque luciera serio), hizo un leve movimiento de asentimiento de cabeza.

«Demian… te lo… agradezco» —habló mentalmente el pequeño demonio, dejando de lado su orgullo para agradecerle esa inmensa ayuda.

Una dulce sonrisa apareció en el semblante de Demian, posando una mano sobre su pecho y haciendo una leve reverencia de cabeza—.«No tiene que agradecer, Ciel-sama~»


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~~Fin del Flashback~~
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Una pequeña risa divertida, de parte de Sebastián, sacó al pequeño demonio de su recuerdo. El mayordomo no había podido evitar reír divertido, por la expresión anterior de su joven amo, que miraba el ramo fijamente como si fuera la cosa más hermosa del mundo y con una leve, pero auténtica sonrisa. Ciel al salir de su estado "embelesado", frunció levemente su ceño y le preguntó, con su típico tono orgulloso.

—¿Qué con esa ridícula sonrisa?

—Nada, nada en realidad —respondía el oji-carmesí, agitando una de sus manos de lado a lado—. Es solo que… se veía realmente adorable mirando fijamente el ramo de flores… como todo un jovencito enamorado, Bocchan~

Sebastián no se inmutó por la fulminante mirada que recibió del muchacho, su sonrisa más bien se ensanchó—. ¡No seas ridículo, Sebastián! —Le exclamó Ciel, frunciendo su ceño—. Además los demonios no se enamoran…

¿Oh acaso… sí lo hacían?

Sebastián se alzó de hombros, conservando su típica sonrisa burlona—. ¿Quién sabe? Tal vez sí, tal vez no~

Y allí iba otra vez el mayordomo, con otra de sus frases que solo servían para confundir. Ciel bufó con fastidio y decidiendo ignorar a Sebastián por el resto del trayecto a la mansión, se acercó a la ventana, posando el mentón sobre su palma derecha, mirando el exterior por el ventanal del carruaje. El cielo se encontraba teñido de un color naranja intenso, debido a que el sol en ese momento iba ocultándose, por lo que poco a poco el paisaje rebosante de árboles iba oscureciéndose. Cerró su único ojo visible, (que el parche no cubría), en un intento por descansar un poco por el resto del viaje de regreso.


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En lo que su respectivo carruaje iba en marcha hacia su hogar, Juliano se encargaba de entretener a su recién casada esposa contándole historias, (algunas más divertidas que otras), acerca de los sirvientes que había en la mansión Rosenight; a los cuales de forma similar a Demian, no veía como simple servidumbre, sino como parte de su familia y buenos amigos. En lo que Isaura escuchaba a su marido hablar, Demian miraba sereno por la ventana, al parecer perdido en sus pensamientos —a fin de cuentas por más sumiso que fuera, seguía siendo un demonio y por tanto era difícil incluso para su amo el saber qué pensaba— con sus ojos oscuros observando (aunque sin observar realmente) el lago de aguas tan claras que parecían brillar cual cristal, que se apreciaba unos metros al lado del camino que recorría el carruaje. El gran danés de los Rosenight yacía acostado en el suelo del carruaje, igual de sereno que el mayordomo; aunque en un momento alzó su mirada y olfateo unos segundos el aire, como comprobando con su olfato que todo estuviera bien. Al confirmarlo, volvió a reposar su cabeza sobre sus patas, acostándose y descansando.

Isaura pasó una de sus manos por la cabeza del can, sonriendo por la suavidad del pelaje de Duke y serenidad con que éste aceptó el gesto de cariño—. Duke es un perro muy hermoso~

—Je, je, que bueno que pienses eso, querida —habló Juliano, sonriéndole—. Porque ahora será tu mascota y amigo por igual. También tendrás la compañía de Demian~

—Así es —asintió el mayordomo blanco, una vez salió de sus pensamientos.

—Aunque… también tendrás que ayudarme a cuidarlo de vez en cuando —sentenció Juliano, cruzándose de brazos. Añadiendo, con sonrisa traviesilla—. Ya sabes lo frágil que es el pequeño Demi~

El mayordomo se giró abruptamente hacia el moreno, reclamándole con un leve rubor en sus mejillas—. ¡Amo! ¡No diga eso, por favor!

Ante lo ciertamente adorable que se veía el peli-negro de esa forma, así como gracioso, Juliano no pudo evitar el soltar leves risas, las cuales inundaron todo el carruaje y de las cuales Isaura, e incluso el mismo Demian se contagiaron. Oh sí, definitivamente el actual cabeza de la familia Rosenight, sabía cómo brindar alegría y provocar que los demás a su alrededor se embargaran de ella. Puede que el que fuera muy "vivaz" le resultara un poco irritante a Ciel Phantomhive en ocasiones, pero ni él podía negar que la presencia de Juliano Rosenight brindaba cierta calidez a cualquier reunión o fiesta; pero la razón de que el pequeño conde y el moreno se llevaran tan bien, es porque ya se conocían, incluso desde antes que Ciel renaciera como demonio. ¿Que desde cuándo? Pues incluso antes de que Ciel hiciera el contrato con Sebastián; para ser más específicos, cuando el padre del actual conde Phantomhive, Vincent Phantomhive, estaba vivo. Así es, la familia Rosenight tenía conexiones con la familia Phantomhive desde ese entonces, tanto de negocios como de amistad, ya que Juliano y Vincent habían sido muy buenos amigos, desde jóvenes, desde que Vincent contrajo matrimonio con Rachel, hasta incluso cuando el pequeño Ciel nació.

Pero ciertamente, cuando a Juliano le llegaron las noticias del incendio de la mansión Phantomhive, así como de las muertes de su queridos amigos Vincent y Rachel, al igual que la desaparición del pequeño Ciel, un inmenso pesar lo invadió por mucho tiempo, sobre todo desde que asistió al funeral. Aunque esa herida nunca sanó por completo, un pequeño vendaje "neutral" cubrió dicha herida al saber que Ciel había reaparecido; pero lo "neutral" fue porque a pesar de que el muchachito volvió, lo había hecho junto a cierto mayordomo vestido de negro. Eso le dio mala espina a Juliano, no porque Sebastián le pareciera malo —aunque la forma de hablar y algunas acciones inusuales del mayordomo resultaran neutrales o sospechosas— sino porque el ya sabía que era un demonio y el saber que el querido hijo de tus mejores amigos hizo un pacto con un demonio, no era precisamente algo para calmarse. Debido a que él ya tenía a Demian como mayordomo, pero Juliano y él no tenían contrato alguno, cosa que hacía ver al mayordomo blanco como un demonio-mayordomo que solo estaba con la familia Rosenight (incluso antes de que Juliano naciera) por mera lealtad y no por interés en devorar el alma de nadie.

El moreno soltó un suspiro largo, melancólico y nostálgico a la vez, provocando una cosa que no le gustaba hacer, detener las risas alegres de los presentes en el carruaje. Los ojos amatistas del hombre habían perdido un poco de su jovial brillo, por lo que su esposa y su mayordomo lo vieron extrañados, al igual que preocupados.

—Amo Juliano… —comenzó a hablar Demian.

—¿Está todo bien? —Acabó Isaura la oración.
El moreno dio un leve respingo, al parecer saliendo de algún recuerdo, alzando la vista y sonriendo levemente. Para algo de tranquilidad de la mujer y el demonio, el brillo perdido de sus ojos fue regresando de a poco.

—No es nada, es que… —Juliano duró unos segundos en silencio, cuando finalizó cerrando sus ojos y diciendo con su usual sonrisa vivaz—. ¡Bah! No es nada, tranquilos~

"Es que… desearía que Vincent y Rachel hubieran podido estar en nuestra boda…"

Isaura pareció calmarse un poco, por lo plantó un dulce besito en la mejilla de su esposo, el cual el hombre recibió sonriendo con calma y el cual correspondió poco después, pero en los labios de su mujer. Con un beso dulce, no tan apasionado como el de la iglesia, pero si muy cariñoso y el cual duró poco, (ya que estaban reservando el "amor" para cuando llegaran a su hogar). Demian sonrió feliz de ver que su amo ya hubiera dejado de lado, (aunque sea por ahora), el claro sentimiento de tristeza que lo invadió hace poco. Aun con su condición delicada de salud, Demian no dejaba de ser un demonio y por ello le era fácil percibir los sentimientos de su señor, en ese momento le pudo sentir tristeza. El mayordomo posó su nuca sobre una mano, mirando nuevamente por la ventana y notando que a lo lejos, la figura imponente de una mansión se alzaba poco a poco en el horizonte a medida que el carruaje se acercaba. 

La mansión Rosenight constaba de una enorme edificación, de paredes hechas de mármol grisáceo-blanquecino, con algunas piedras pintadas de un color púrpura claro y que servían de adorno. Era un diseño simple, pero bonito y acogedor a la vez, tanto por fuera como por dentro. A sus alrededores era rodeada por un realmente extenso, (y cuando se decía extenso era a lo máximo de la palabra), totalmente verde y rebosante de arbustos, árboles y mucha vegetación.

Eso era debido a que la familia Rosenight, además de ser una de las familias encargadas de cuidar y ayudar a la reina, eran amantes de la naturaleza desde generaciones, por lo que también se encargaban de negocios de protección al ambiente y a los animales. Un buen ejemplo de ello, era que en una de las zonas del inmenso jardín, manejaban un inmenso santuario —llamado «Gignentia: WILDLIFE»— el cual se encargaba de acoger y proteger a los animales en peligro de extinción, incluyéndose más tarde animales carecientes de hogar (callejeros o abandonados), una vez Demian y Juliano habían ganado una «Autorización real», aunque no hubo mucho esfuerzo en lograr obtenerla, ya que la reina Victoria estaba completamente de acuerdo en ayudar a las pobres y desamparadas criaturas, por lo que quiso dar su granito de arena con dicho permiso.

Una vez el carruaje ya avanzaba por el camino entre el jardín (o mejor dicho bosque) de la mansión Rosenight, Isaura miró por la ventana, sonriendo con asombro. No era la primera vez que venía a la mansión de su ahora esposo, pero no importaba cuántas veces mirara la extensa vegetación de la mansión, nunca dejaría de sorprenderse. Finalmente el carruaje se detuvo en las puertas de la mansión; Demian fue el primero en bajar del carruaje, para luego sostener la puerta de ésta, le tendió una mano a Isaura para ayudarla a bajar, aunque luego tuvo que volver a entrar. ¿La razón? Para ayudar a su amo Juliano a hacer bajar a un dormido Duke del carruaje, costo un poco, pero a la final pudieron posarlo (aun en los brazos de Morfeo) en el suelo. 

Seguidamente, Demian le indicó al conductor del carruaje la dirección en donde quedaban los establos de caballos, (para que no se confundiera con los establos de animales exóticos).

El conductor del carruaje era sorprendentemente joven, un niño de unos 12 años cuando mucho. Su piel era clara; su cabello era de un color castaño oscuro y sus ojos de un hermoso color miel. Aunque cualquiera pensaría por su apariencia que era un muchachito adorable, lo cierto era que su extremadamente serio rostro —puede que igual o incluso mayor que el del mismo Ciel— le daba una apariencia de ser alguien fuerte. En ese momento vestía con un saco negro, que cubría por completo el resto de su ropa, (y que le quedaba algo grande, a decir verdad) dejando solo al descubierto sus botas café claro y sus guantes de cuero, del mismo color. «Hayato Daisuke» era su nombre, del cual estaba muy orgulloso y si alguien se atrevía a ridiculizarlo, es seguro que ese alguien se ganaría un boleto directo al hospital.

—Muy buen trabajo hoy con el carruaje —le felicitaba el mayordomo blanco, con sonrisa dulce—. Ahora no vayas a olvidar que el establo de los caballos es el primero de la derecha, ¿de acuerdo, Dai-kun~?

¡Oh ho! Ya lo había dicho el inocente Demian. Un apodo que recortaba el nombre, que Daisuke llevaba con tanto orgullo. Una gran vena palpitante apareció en la frente del joven, girándose de forma peligrosamente lenta hacia el mayordomo, provocando que un escalofrío recorriera la columna vertebral de éste. ¡Ay, madre! Demian ya recordó, desgraciadamente el apodo de cariño que él y su amo Juliano le tenían a Daisuke se le había escapado, por lo que con resignación se acercó al carruaje (estando cerca y a la altura del niño) sacó una pequeña venda blanca del bolsillo de su frac y con ella se vendó los ojos, viéndose chistoso y dramáticamente comportándose como alguien que está a punto de ser arroyado por un tren.

—Hazlo… estoy listo… —habló Demian, con tono resignado y provocando que una gotita de sudor resbalara por la cabeza del muchacho que le miraba.

Daisuke solo suspiró con su ceño fruncido, sujetándole el rostro con sus manos y segundos después, el muchacho chocó fuertemente su frente con la frente de Demian, provocando que se escuchara un fuerte sonido seco, (como dos cocos golpeándose) al igual que un gran punto rojo (a causa del golpe) quedara grabado en la frente del peli-negro. Al igual que provocó que Isaura se llevara las manos a la boca, por el asombro y preocupación, pero al sentir una de las manos de su esposo sobre su hombro y al girarse a verlo, la sonrisa que éste le mandaba le decía «Descuida, querida. No te preocupes», por lo que ella asintió y volvió a ver hacia los dos sirvientes. Daisuke soltó el rostro del mayordomo y se cruzó de brazos, al parecer ya calmado.

—Listo —sentenció el niño, con voz firme, pero serena—. Ya puedes quitarte esa ridícula venda, Demian.

El mayordomo inmediatamente se retiró la venda de su rostro, descubriendo sus ojos oscuros nuevamente y sin siquiera una lágrima de dolor en éstos, (debido a que bien podía aguantar el dolor más que un humano normal, por ser demonio), sonriéndole al muchacho, aun con cariño.

—¿Ya estás mejor, Daisuke-kun~?

El muchacho nuevamente frunció el ceño, pero no por enojo de que se dirigiera a él por el "kun", (ya que no había recortado su nombre ni nada parecido), sino por fastidio a causa de ver que el mayordomo siguiera con esa (al parecer imborrable) sonrisa en su rostro. ¿Es que acaso no percibía el dolor o qué? Pero Daisuke solo asintió en respuesta, dirigiéndose hacia el frente de los caballos y sujetando las riendas del corcel del frente, comenzando a dirigirlos hacia el establo para que descansaran. Una vez el pequeño ya estaba alejado de la entrada de la mansión, siendo observado serenamente por Demian, repentinamente Juliano le dijo en un grito para que lo escuchara, con su usual sonrisa burlona.

—¡¡Recuerda, Dai-kun~!! ¡¡Primer establo a la derecha, Dai-kun~!! ¡¡No te confundas ésta vez, Dai-kun~!!

El Rosenight en sus gritos hacía un claro hincapié en todos los "Dai-kun" que gritaba, con el sencillo objetivo de hacer enojar al muchacho castaño. Un segundo y aun mayor escalofrío recorrió el cuerpo de Demian, se giró abruptamente hacia su amo, mirándolo como si se tratara de alguien que se dirigía a la horca, para luego girarse de la misma forma hacia Daisuke, (solo que mirándolo con sumo nerviosismo ligado a miedo, como cuando su hermano Sebastián quiso "jugar" con él). Pero para sorpresa (y alivio) del mayordomo, el muchacho no se giró para golpear al Rosenight; más su enojo por las burlas de éste no pasó desapercibido, ya que daba grandes zancadas durante sus pasos, así como con varias venas palpitantes apareciendo en su nuca. Solamente alzó uno de sus pequeños brazos, con el pulgar en alto para hacerle saber a Juliano que lo había escuchado; a lo que un aliviado Demian suspiró, así como un divertido Juliano sonrió.

Repentinamente amo y mayordomo se sobresaltaron, al escuchar a la mujer del primero lanzar un agudo grito. Al girarse y preguntarle alarmados qué sucedía, ella señaló con brillo en los ojos hacia una zona del jardín y al girarse, ambos pudieron ver a los causantes de la sorpresa de la mujer: un trío de ciervos, con curioso pelaje blanco cual nieve, al igual que serenos y amables ojos cafés. Dicha familia era conformada por una hembra, un macho (el cual poseía una cornamenta afilada, pero bella de color similar a plata) y un pequeño cervatillo, en cuyo lomito se apreciaban bien unas manchitas plateadas. Era bien conocido por Juliano el enorme amor de la Chamber por los ciervos, ¿y cómo no tenerles ese amor? Esos animalitos son tan… tan tiernos~ y digamos que ver ciervos blancos era algo sorprendente y curioso; también era conocido que verlos daba buena suerte y felicidad. Cuando la luz de la luna impactaba en el pelaje blanco de dichos animales, daba la impresión de que fueran criaturas místicas, por lo resplandeciente que lucía; casi como si no fueran de éste mundo.

—Ah, sí~ —Juliano se llevó unos dedos a la boca, soltando un leve pero audible silbido, en lo que se colocaba de cuclillas.

Los ciervos mayores alzaron sus orejitas unos segundos, agitándolas levemente y, luego de unos segundos, comenzaron acercarse poco a poco al hombre. Finalmente la hembra se dejó acariciar por Juliano, sin oponer ningún tipo de resistencia o dar señales de temor. Aun acariciando la cabeza de la cierva con su mano derecha, el Rosenight se giró sonriendo divertido de la cara "hechizada" de su esposa —rodeada de cristalitos, de forma similar a su hermano mayor Aleister, al igual que sus ojitos adquirían tierno brillo— haciéndoles leves señas con su mano izquierda. La mujer salió de su "encanto" al captar los gestos de su marido, aunque dudó unos instantes (por pensar que los animalitos se asustarían) decidió acercarse poco a poco. Para demostrarles a sus "amigos" que Isaura no representaba amenaza alguna, el Rosenight extendió una mano hacia el ciervo macho, posándola en la frente de éste y otra hacia su esposa, la cual ésta sujetó con timidez.

El Rosenight cerró sus ojos, con una sonrisa serena adornando su rostro y diciendo en voz baja—. Eso es… déjenme compartir mi confianza, mi paz con ustedes~

Susurradas esas palabras volvió a abrir sus ojos amatistas, los cuales parecieron emitir un resplandor purpúreo aun mayor. Retiró sus manos lentamente, apoyando sus brazos sobre sus dobladas rodillas y dicho resplandor en sus ojos se esfumó. Miró al ciervo macho, luego a su esposa y sonrió con confianza. Isaura y el animal se miraron a los ojos, cuando finalmente el ciervo se acercó a la mujer y, ésta a su vez, acercó una de sus manos a la frente del animal. Una encantadora y tierna sonrisa apareció en el rostro de la mujer, al sentir que finalmente estaba acariciando a su animal favorito desde niña. Juliano también sonreía, acariciando a la pequeña cría de ambos ciervos.

—Demian y yo tenemos un buen vínculo con "Yuki" y "Ginebashu"*** —comenzó a hablar Juliano, refiriéndose a los ciervos adultos—. Los salvamos de unos individuos, que cazaban en terreno protegido. Además de decir que su especie actualmente corre riesgo de extinción…

—N-no es posible —dijo Isaura incrédula, escuchando el relato de su marido.

—Ginebashu quedó gravemente herido, debido a que protegió a Yuki en todo momento… 

—Juliano no evitó sonreír levemente conmovido, al recordar ese momento. Era increíble como los animales tenían tanto parecido con los humanos, respecto al amor por los seres queridos hasta el punto de protegerlos—. Por suerte Demian y Dai-kun estaban cerca en ese momento, se encargaron de llevar a esos individuos a la justicia (aunque Dai-kun se excedió un poco, teniendo que mandarlos antes al hospital que a la policía, jeje~) y luego de traer a ambos ciervos a nuestros terrenos.

Al contar lo último, una gotita de sudor resbaló por la nuca del hombre de dorados cabellos. Isaura al escuchar eso se sorprendió —no por el hecho de que el muchachito, llamado Daisuke, se encargara de llevar a varios sujetos al hospital; sino de escuchar que lograra cooperar con el mayordomo blanco— giró su mirada, pero se sorprendió al notar que el nombrado mayordomo ya no estaba presente allí. Y eso se debía a que el Michaelis de ojos negros ya estaba dentro de la mansión, encargándose de arreglar la habitación de su amo (ya que el día de la boda no pudo arreglar dicha cama en la mañana, debido a que Juliano le había pedido que se tomara un buen descanso; al haberse esforzado mucho en la preparación de la boda).


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"… Demian se encargó día y noche de cuidar de ambos ciervos, vendar sus heridas y ayudarles a comer. Eso sumado a sus tareas de mayordomo ya era mucho esfuerzo para él, aun siendo demonio era duro para su condición física…"

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El demonio de ojos oscuros se encontraba en el interior de una habitación, de paredes adornadas de un relajante color celeste. Sus enguantadas manos acomodaban las sábanas color crema de la enorme cama, sin dejar un solo espacio desarreglado; para luego encargarse de presionar las almohadas blancas. Para asegurarse de que estuvieran bien cómodas, miró a todos los lados de la habitación, como para afirmar que nadie lo espiaba y finalmente, viéndose absolutamente tierno, pego su rostro a la primera almohadita, cerrando sus ojos y tratando de percibir esa sensación llamada "comodidad" que los humanos sentían. La verdad resultaba curioso, no había nada de incomodidad y tener su rostro así de pegado en la suave almohada, resultaba relajante. Separó el acolchado objeto de su rostro, descubriendo una adorable sonrisa dibujada en éste.

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"… Hubo ocasiones en que tanto esfuerzo le provocó a Demian un ataque. No como a nosotros los humanos, ya que el se mantenía consciente en todo momento. Escupía sangre de su boca, a veces en cantidades realmente alarmantes. Los demás sirvientes de la mansión y hasta yo le decíamos que debía descansar… pero… Demian a veces resultaba ser tan terco que se negaba, continuando con el cuidado de los ciervos. Supongo que eso se debía, aun siendo un demonio, a su naturaleza amable~…"

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Una vez acabó de arreglar todo, se retiró de la habitación. Comenzó a caminar por los pasillos, de paredes de color ámbar cual oro de la mansión. Una que otra mesita que había en los pasillos, era adornada por un florero en el que reposaban las representativas rosas negras de la familia Rosenight. Miró fijamente las oscuras flores, con sus igual de oscuros ojos por varios segundos. Tan solo el ver dicha y extravagante flor, le traía varios recuerdos de los anteriores cabezas del clan Rosenight a los que fielmente sirvió desde que podía recordar, conservando siempre su aparente apariencia de joven hombre. Podía recordar claramente el momento en que conocía a su actual amo, desde que éste era un chiquillo enérgico y extrovertido, al que le encantaba (literalmente) trepar y saltar en los árboles; corretear por los jardines de la mansión y sobretodo gastarles bromitas a sus parientes y sirvientes, repletas siempre de sano buen humor; siendo Demian el blanco principal del 90% de las bromas que su entonces pequeño amo gastaba.

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"… Para que Demian no se sobre-esforzara, los demás sirvientes y hasta tu servidor comenzaron a turnarse para cuidar de los ciervos. Demian en un principio se negó, diciendo que era su deber como mayordomo encargarse solo de atenderlos, pero… finalmente Dai-kun y su infalible "coco contra coco" lo convencieron de aceptar la ayuda, jeje~…"
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Un leve escalofrío recorrió su cuerpo, al recordar una de las tantas bromas, que incluía miel, varias plumitas blancas, un cono de helado y un guantecito rojo; si mal no recordaba, el pequeño Juliano había titulado dicha broma como «Operación: Demian, el pollito demoníaco». A su mente le llegó una imagen de sí mismo, cubierto de la pegajosa miel y de las blancas plumitas, con el infaltable guante rojizo sobre su cabeza y el cono de helado pegado a su boca. Tampoco pudo evitar soltar una discreta risita divertida, de verdad que debía admitir que su señor era muy "creativo" con sus bromas en su juventud, aunque agradecía inmensamente que la adultez y responsabilidad en volverse la cabeza de la familia, le había hecho reducir considerablemente las bromas que hacía.

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"… Durante el tiempo en que cuidaba (ahora con ayuda) de los ciervos, Demian decidió ponerles un nombre a ambos: a la hembra le puso Yuki, por su piel ser blanca como la nieve~ y al macho le puso Ginebashu, por su cornamenta ser similar a la plata y también porque su pelaje parecía nieve~ Finalmente y luego de varias semanas, los ciervos lograron recuperarse totalmente; todos estábamos muy felices, Demian sobretodo~ aunque… debo decir que se sintió algo triste por tener que despedirse de ellos, cuando llegó el momento de liberarlos en el bosque…"

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—Jo, jo, jo~ veo que ya regresaste, Demian… —llamó una voz dulce y femenina, a espaldas del mayordomo, el cual tenía sus ojos entrecerrados, nostálgicos, al estar recordando.


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"… Estuvo algo deprimido cuando ellos se habían marchado ya al bosque. Aunque seguía cumpliendo sus labores de mayordomo, igual de eficiente, se le notaba el pesar… así que se me ocurrió una idea, para intentar animarlo~…"

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—Ehm… ¿Demian…? —Volvió a insistir la voz, con cierto deje de preocupación, pero el mayordomo estaba tan sumido en sus recuerdos que no escuchaba que lo llamaban.


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"… Luego de largo rato de insistirle en que se tomara un descanso de sus deberes, logré convencerlo de que me acompañara a pasear, por los jardines de los alrededores de la mansión familiar. Como lo relajan los cantos de los pájaros, mi idea funcionó~ aunque… no contaba con que Demian se durmiera, o bueno, no sé si los demonios duermen, pero eso parecía jeje. En fin… al darme cuenta de algo, sonreí emocionado y desperté a Demian, (zarandeándolo con algo de fuerza, por mi emoción). Él algo desconcertado y soñoliento al despertarse, me miró y yo le señalé en dirección a un claro oculto en él jardín… dios… como desearía que hubieras visto la expresión que puso él, al ver a Yuki y Ginebashu de nuevo… pero… ésta vez acompañados de un pequeño cervatillo~ Demian estaba muy emocionado, al final optó por ponerle "Snow-ball"**** al animalito~"

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—¡Demian! —Gritó ya preocupada la voz femenina, logrando en ésta ocasión sacar al mayordomo de sus recuerdos, el cual reconoció la voz inmediatamente.

Se trataba de la señorita Yasashi, una de las maids de la mansión y que más tiempo llevaba sirviendo allí, desde que era joven, siendo la administradora de los Rosenight. Era una ancianita bajita, algo gordita y sumamente adorable. De ojos rasgados (estilo asiático) y cabellos grisáceos, peinados a modo de cebollita; colgando en su cuello levaba unos lentes, pequeños y redondos, con un colgante fino y plateado. Llevaba puesto un vestido verde oscuro, con un delantal blanco, el cual hacía juego con un gorrito blanco, similar a un pañuelito. Calzaba unas zapatillas cafés. Era de origen asiático, proveniente de japón. El mayordomo se giró, disculpándose por no responder antes, sonriendo con amabilidad dispuesto a saludar a la adorable abuelita con un «Buenas noches, Yasashi-san», pero se inmutó y duró un rato en silencio, al descubrir que la señorita no le hablaba a él, sino al florero de porcelana blanca y de rosas negras, confundiéndolos (terriblemente) con el frack blanco y los cabellos azabaches del mayordomo.

—¡Ay, Demian! Dime, ¿cómo estuvo la boda? ¿Quién fue la afortunada que atrapó el ramo? ¿Dukecito se portó bien? ¿Juliano-sama no exageró al momento del «Puede besar a la novia»? —Interrogaba ilusión y ansiedad la viejita, aun dirigiéndose erróneamente al jarroncito, moviendo sus frágiles y blancas manos, intentando encontrar y tener algún tacto con el mayordomo. Finalmente acabó rozando los pétalos negros varios centímetros bajo suyo, por la baja estatura de la mesita. Yasashi abrió la boca, con desconcierto, añadiendo—. ¡Oh, Demian, querido! Pero que bajito estás, ¿seguro que esas medicinas que te da "Kailan" te aportan los nutrientes necesarios para tu crecimiento?

Una gotita de sudor resbaló por la nuca del mayordomo, mirando con cierta ternura a la ancianita. Se acercó a ella, diciéndole con amabilidad que se encontraba atrás de ella, girándola con suavidad y colocándole los redondos lentecitos frente a sus ojos rasgados. La mujer abrió y cerró sus ojos repetidamente, (mostrando el relajante color azul hielo de éstos), hasta que finalmente su vista borrosa se aclaró y sonriendo dijo «¡Ah! Aquí estás, Demian. Ya regresaste a tu altura de siempre, querido muchacho, jo, jo~». Demian rió levemente, asintiendo y comenzando a responder a las preguntas que la mujer había hecho. La mujer abrió sus ojitos asiáticos en señal de sorpresa, para luego reír levemente de ternura al escuchar que había sido el pequeño (y adorable~) del conde Phantomhive, quien atrapó el ramo.


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Pocos minutos después, ya en el recibidor de finas paredes bien cuidadas, de suelo ambarino y bien pulido, los sirvientes de la mansión, ordenados en fila y esperando en silencio, expectantes, a que los recién casados cruzaran la puerta de caoba. Entre ellos se encontraban Demian, Yasashi y el pequeño Daisuke, éste último ya cambiado de su ropa de montar a su ropa tradicional: una camisa manga larga blanca, debajo de un chalequito negro, junto a un simpático corbatín negro. Llevaba pantalones también negros y mocasines oscuros. Esos atuendos lo hacían parecer un pequeño (y adorable~) mesero. Finalmente la pareja entró, Juliano miró con una desconcertante expresión severa a la servidumbre de la mansión; siendo visto por una igual de extrañada Isaura, quien miraba a su marido preguntándose si miraba a los sirvientes así por estar molesto, aunque ese no fuera el estilo del Rosenight. Cruzándose de brazos, en completo silencio repasó con su mirada amatista a sus sirvientes y sirvientas.

Comenzando con la descripción de la fila de personas, de izquierda a derecha, se iniciaba con un par de hermanos gemelos, un chico y una chica, aparentemente jóvenes como de 17 años.

Iniciando con la chica, su nombre era Kailan Stellar. Ella era la ama de llaves, siendo la segunda a cargo de la servidumbre, (después de Demian), a pesar de su joven apariencia —también se encargaba de brindarle "medicinas especiales" al mayordomo, las cuales le ayudaban con sus problemas de salud, aunque lamentablemente no eran una cura permanente; pero aunque sea ayudaban un poco— era de piel clara y cabellos de color rubio crema, con un gran mechoncito atado a un costado de su cabeza y un par de grandes clinejas, cayendo a cada lado de su rostro. Llevaba puesto un simple conjunto de camisa (con algunos bordados beiges) y pantalón corto, ambos color blanco y calzaba zapatillas beiges. También llevaba puesta una especie de capa/bufanda, color turquesa mayormente y plateado en los bordes, que le llegaba hasta las rodillas. Tenía varios brazaletes multicolores en sus muñecas. Poseía dos pequeñas perforaciones en cada una de sus orejas y un lunarcito en su mejilla derecha. Sus ojos que eran de color lila claro, despedían un brillo de alegría que combinaba con su sonrisa, por ver por fin a su amo volviendo de la boda y acompañado de la hermosa Isaura.

Ahora con la descripción del chico, llamado Kirios Stellar, era bastante parecido a su hermana menor por su piel clara y cabello rubio crema. Solo que se diferenciaba por su cabello que iba peinado hacia abajo y sin ninguna clineja, por el frente tenía un gran mechón caído, que le cubría su ojo derecho. El ojo izquierdo y único visible era de un color gris oscuro, poseía un lunar debajo de éste. Iba vestido con un atuendo que literalmente hacía juego con el de su gemela. Constaba de camisa (con detalles beiges) y pantalón largo, ambos blancos. Encima llevaba una levita turquesa, con plateado en los bordes y calzaba botas beiges. A diferencia de su hermana lucía frío, casi como si fueran totalmente opuestos.

Al lado de los gemelos Stellar, se encontraba un hombre que rondaba los 30 años. Sus curiosos rasgos físicos, como su piel color canela, ojos café oscuro, cabellos negros y algo cortos, así como los vellos de su mentón, daban la idea de que era extranjero; así era de hecho ya que provenía de Venezuela. Su indumentaria era sencilla: la parte superior de su cuerpo únicamente era cubierta por un poncho marrón oscuro, con bordados color arena y verde oscuro (y que cubría por completo cualquier cosa que tuviera de torso para arriba); el resto de su atuendo constaba de pantalones anchos y grises, y usaba botas de potro negras. Henrique Simón Marvel era su nombre completo; lucía realmente serio, aunque su mirada no reflejaba maldad, más bien… ¿satisfacción? Quizás. Aunque por su orgullo no admitiría que le alegraba que su amo por fin contrajera matrimonio.

Al lado de Henrique estaba la pequeña Blume Gedeihen, de origen Alemán. Siendo la jardinera de la mansión Rosenight y que adoraba (en serio, adoraba) su trabajo en los terrenos del lugar. Era una muchacha de 10 años, de piel clara y ojos ambarinos; cuyo cabello color púrpura oscuro y corto, era cubierto por una pañoleta negra, con bordados blancos similares a hojas. Llevaba puesta una blusa blanca, que le quedaba ciertamente grande, tanto que le cubría el pantaloncito morado que había debajo. En sus manos cubiertas por unos guantes cafés, sujetaba una hermosa rosa blanca, con curiosas manchas negras en algunos de sus pétalos. A juzgar por las pequeñas manchitas de tierra que tenía en sus mejillas, había trabajado en el jardín antes de venir a recibir a la ahora esposa de su amo.

Al lado de ella se encontraba un muchacho de 13 años, sus cabellos eran cortos y grises. Sus ojos eran cafés y llevaba unas gafas redondas frente a éstos. Llevaba puesta una camisa negra, junto a un pantalón corto de color azul oscuro. Calzaba zapatos oscuros. Era de origen Italiano y se llamaba Demetrio Salvatore, aunque los demás le decían Trio, para abreviar su (algo difícil de pronunciar) nombre.

Al acabar de mirarlos a todos, Juliano suspiró, frunciendo su ceño y diciendo, con voz grave y algo aterradora—. ¿Por qué tan callados…? ¿Es que acaso no están felices de que…? —En un veloz movimiento, abrazó con uno de sus brazos a Isaura, la cual se sonrojó mucho por la acción de su esposo—. ¿Por fin me casara con la hermosa dama que se robó mi corazón~? ¡Alégrense, que su alocado amo ya no estará falto de amor~~!

Dos de los sirvientes más pequeñitos (es decir Trio y Blume) no pudieron evitar reírse levemente, divertidos del tono cantarín que su señor usó en la última pregunta. Aunque Daisuke solo suspiró, cansado, aunque no pudo hacer un pequeño gesto en sus labios, el cual era una leve y realmente desapercibida media-sonrisa. A la final el propio Rosenight se unió a las risas, para luego plantar un veloz y cariñoso besito en la mejilla de su mujer, la cual se sonrojó nuevamente. Los sirvientes mayores se arrodillaron, diciéndole a Isaura que podía contar con ellos para cualquier cosa, al igual que desde ahora le servirían fielmente, como habían hecho con Juliano desde siempre. La mujer sonrió levemente, a la vez en que asentía. Pero inmediatamente la pequeña Blume se acercó —o mejor dicho fue empujada por Trio y Daisuke, los cuales estaban detrás suyo— a Isaura, aunque solo la miraba con nervios, aun sujetando la flor monocromática entre sus pequeñas manos.

—I-I-Isaura-sama —tartamudeaba de los nervios la pequeña peli-púrpura.

—¿Sí? ¿Qué sucede, Blume-chan~? —Preguntó con dulzura la mujer, bajando un poco la cabeza para estar a la altura de la niña. Se dirigía de esa forma a ella, ya que ya había venido antes a la mansión y se habían agarrado confianza mutua. Y no solo con Blume, sino que se llevaba de maravillas con los demás niños de la mansión.

La niña finalmente cerró sus ojos, armándose de valor y tendiéndole la rosita a la mujer—. T-tenga, Isaura-sama, ¡Trio, Daisuke y yo le deseamos muchas felicidades por su b-boda!

La mujer sonrió con más cariño, aceptando la pequeña y extravagante rosa entre sus manos —la cual parecía ser una pequeña y realmente rara variación de las rosas negras del jardín Rosenight. Y así era de hecho, la cual los tres sirvientitos se habían tomado el tiempo de rastrear por los extensos jardines de la mansión, para dársela como regalo de bodas, digamos que por cada mil rosas negras, había una de esas entre ellas— para luego darles un dulce besito en la frente a cada uno de los pequeños sirvientes y agradecerles por ese regalo tan precioso. A lo cual éstos se sonrojaron levemente, diciendo que no fue nada, Daisuke apartó su mirada al hacerlo, por lo cual se vio super-tierno.

—Bueno, habrá que ponerla en agua, querida —dijo Juliano, tocando suavemente los hombros de su esposa, sonriendo y añadiendo—. ¡Ya sé! Puedes ponerlas en esa hermoso jarrón de porcelana, que está entre los regalos de bodas, ¿te parece~?

La mujer sonrió nuevamente, asintiendo ante la sugerencia del moreno. El jarrón de porcelana (hecho de porcelana celeste, con algunos bordados hermosos similares a ondas de viento plateadas) sin duda sería una ideal opción. De repente y casi como respondiendo a los pensamientos de la mujer, Demian apareció al lado de ellos, sonriendo tranquilamente y sosteniendo entre sus manos el nombrado jarroncito, diciendo «¿Es éste jarrón, verdad?». Los pequeños Trio, Blume y Daisuke se sobresaltaron, preguntándole al mayordomo de traje blanco que desde cuándo se encontraba allí, a lo que únicamente rió divertido de las caritas de los sirvientitos. Una gotita de sudor resbaló por las nucas de los adultos, aunque Isaura colocó la pequeña rosa de pétalos blancos y manchas negras en el interior de dicho jarrón, como pensaba, encajaba perfectamente, solo faltaba echarle un poco de agua al interior y todo listo.

—Bueno, si me permiten, lo colocaré en su habitación, Isaura-sama —fue lo que dijo el mayordomo, para luego dar una leve reverencia de cabeza y alejarse por los pasillos, con el extravagante jarroncito en sus manos. Aunque los demás notaron con extrañeza a la pequeña Blume ir detrás de él, aunque seguramente a causa de algo relacionado a la rosa. Una vez ya estaban alejados del resto, Demian miró con una ceja enarcada a la pequeña que iba ahora a su lado—. ¿Blume? ¿Qué sucede?

—Pues Demian-san, vine para asegurarme que coloques la cantidad exacta de agua —fue la respuesta de la pequeña jardinerita, notándose extremadamente seria, pero eso a la vez la hacía ver tierna—. No quiero que a ésta rosita, el regalo de Isaura-sama, le pase lo mismo que a "aquellas" rosas del jardín, ¿verdad?

Demian bajó su mirada levemente, siendo rodeado por un aura azulada de depresión. ¿Cuándo es que la pequeña jardinera iba a entender que el mayordomo blanco nunca había querido "ahogar" a la mitad de las rosas del jardín, al ella pedirle que la ayudara a regarlas? Una vez ya se encontraban en a habitación de los recién casados, en lo que la niña llenaba poco a poco y con extrema seriedad el jarrón con el agua de la regadera de color blanco, a medida que le decía al mayordomo «¡Mira, Demian, mira! ¡Así es como se hace! ¿Entendido?», Demian suspiró y luego asintió. Al parecer aun faltaba mucho para que ella aceptara que fue sin querer. Pero bueno… alzándose de hombros, Demian luego se cruzó de brazos, mirando con extraña seriedad a la pequeña jardinera, diciendo: «Blume… aun sigues rencorosa conmigo por lo sucedido con esas rosas. El rencor no es bueno, ¿sabes?». Blume pareció sentir algo de timidez, el ver al mayordomo con una expresión así… solo significaba una cosa. Al confirmar sus temores, por la sonrisa traviesa y juguetona que sustituyó la seriedad en el rostro del pelinegro, lo escuchó decir: «Me temo que tendré que "castigarte"~». A velocidad sorprendente para su pequeño tamaño, la niña salió corriendo "aterrada" de la habitación.

Soltando una pequeña carcajada divertida, Demian salió de la habitación dirigiéndose hacia la dirección derecha del pasillo, dirección que no le fue difícil saber que cogió Blume, ya que la pequeña alfombra azulada que había por allí tenía leves zonas desordenadas, que solo se notaban cuando alguien corría. Demian sonrió de nuevo, caminando con gran sigilo gracias a sus poderes demoníacos, y abriendo sin hacer ruido alguno la puerta que daba al jardín verdoso y principal. Una vez miró todos lados, se llevó una mano a sus cabellos, con sorpresa reflejada en sus ojos oscuros al ver lo bien cuidado que estaba el jardín ese día. Los arbustos perfectamente podados, hasta tener forma exacta de rosas; el césped bien cuidado y más brillante que nunca, al igual que las flores y plantas con sus colores muy vivos y con fragancias que lograba olfatear el mayordomo, incluso a gran distancia. Sin duda Blume estaba mejorando mucho en su trabajo en el jardín. Decidió que una vez la encontrara y la "castigara", luego la felicitaría por su trabajo.


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Mientras tanto, oculta en su "infalible" escondite, (que constaba de un arbusto), Blume se notaba chistosamente nerviosa, con sus ojitos muy abiertos, temblando levemente y con sus manitas pegadas a su pecho, en lo que se decía mentalmente: «Muy bien. Calma, Blume, calma. Demian nunca podrá "castigarte" hoy, ya que tu escondite es perfecto. Así que…». Su cuerpecito se estremeció más, al escuchar un ruido de pasos acercándose, se llevó una de sus manos a su boca, para aguantar su respiración. ¡Dios! ¿Sería Demian? No lo sabía, pero no iba a arriesgarse a salir. Pudo escuchar los pasos cada vez más y más cerca, cerró con nervios sus ojos, rogando porque no supiera que donde ella estaba. Pero… pasaron varios segundos y de pronto los pasos dejaron de escucharse, Blume abrió sus ojitos ambarinos extrañada, esperó un poco más y finalmente decidió asomarse.

—Pero… ¿dónde se metió? —Buscaba con la mirada por todo el jardín al mayordomo, aun sin sacar todo su cuerpo del arbustito ese—. ¿Será que se habrá rendido de buscarme y entrado de nuevo a la mansión? ¡Ja! ¡Sí, eso debe ser! ¡Ya sabía que algún día ese mayordomo no podría con mi astucia de ocultarme! —Al decir eso y muy orgullosa de sí misma, la pequeña comenzó a reírse.

—¿Sabes, Blume? Has hecho un gran trabajo cuidando el jardín~ —se escuchó decir a una voz a sus espaldas.

—¿Ah, de verdad? —Blume sonrió con ánimo, feliz de notar que sus esfuerzos por fin rendían frutos, respecto a su trabajo en el jardín—. Pues me alegra mucho que pienses eso, Demian… —al pronunciar ese nombre, Blume salió del arbusto de un salto, sobresaltada y mirando al sonriente mayordomo que la miraba del otro lado del arbusto—. ¡D-D-Demian!

—El mismo~ —asintió el nombrado, logrando con su velocidad demoníaca atrapar a la niña entre sus brazos, antes de que éste nuevamente intentara salir huyendo—. ¡Ah, ah, ah~! Es hora de que aceptes tu castigo, Blume~

Un fuerte gritó de «¡Nooooooooooo!» se escuchó resonar por todo el jardín, el cual fue sustituido por varias risas y pequeños gritos de «¡No, no! ¡Ja, ja, ja! ¡Piedad! ¡Ja, ja, ja!», ambos de parte de la pequeña Blume, la cual intentaba escapar de los brazos del mayordomo. El cual igual se reía divertido, diciendo entre risas «¡Sí, sí! ¡Éste es tu castigo, acéptalo con dignidad Blume-chan!», en lo que le aplicaba el "terrible castigo" a la niña. ¿Cuál era? ¡Pues un ataque de cosquillas, sin piedad alguna! Las cuales le aplicaba a la niñita en la pancita, con sus manos enguantadas. Bien sabido que era el gusto de Demian por los niños, a diferencia de su hermano mayor, el era extremadamente paciente y hasta algo juguetón cuando de niños se trataba. Algunos nobles de las fiestas a las que el líder de la mansión Rosenight asistía, acompañado de Demian, notaban el talento que el mayordomo tenía con los pequeños niños que a veces llevaban los nobles a las fiestas. Esa dulzura provocaba que las mujeres miraran al hombre enternecidas, imaginándose que si contrajeran matrimonio con él, sin duda sería un hermoso padre de familia. Una vez "castigo" lo suficiente a la jardinerita, el mayordomo la posó en el suelo, arreglándose un poco su traje, (el cual se desordenó ligeramente durante el forcejeo de Blume por liberarse de las cosquillas). Le tendió su mano a la niña, la cual ella ya calmada de las cosquillas tomó.

—Bueno, Blume, ¿qué te gustaría que te preparara de postre, por tu buen trabajo en el jardín? —Preguntó el mayor sonriendo, a medida que se acercaban a la puerta de la mansión. Al escuchar la propuesta de su superior, el rostro de la niña se iluminó.

—¡Ooooooh! ¡Un pastel! —Exclamó ella, pero luego dudó unos instantes y se corrigió exclamando—. ¡No, mejor un helado…! ¡No, olvídalo, un pastel…! Aunque… dicen por ahí que el helado es más sabroso, ¿verdad, Demian-san? —Le preguntó con inocencia la niña, cuando finalmente su rostro se iluminó, al habérsele ocurrido la solución perfecta a sus dilemas—. ¡No, ya lo sé, Demian-san! Prepárame… ¡un pastel cubierto de helado! —Exclamó ya decidida la niña, con un intenso y cómico brillo reflejado en sus ojitos ambarinos, al igual que se le hacía agua a la boca el imaginarse dicho postre.

Demian soltó carcajadas divertidas, por la adorable expresión de la niña, en lo que dijo animado «Pues pastel de helado será, ¿sabes, Blume? Necesito a alguien que me "supervise" al momento de "limpiar" el helado y dulce que queden en el cucharón», a lo que la pequeña comenzó a dar leves saltos en lo que decía «¡Yo te ayudo con eso, Demian-san!», a lo que él le preguntó «¿No quieres que Daisuke-kun o Trio-kun nos ayuden?». Blume infló sus mofletes, en un adorable puchero e insistió «¡Que no, Demian-san! ¡Yo te ayudaré solita a lamer la cuchara…! ¡D-digo! ¡A limpiarla, a limpiarla dije!». Demian volvió a reír y asintió, abriendo la puerta para dejar pasar primero a la "damita" y luego entrar el, cerrando la puerta a sus espaldas.


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~Continuará~
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N/A* Cuando Ciel dijo "habilidad oculta" y "aquella ocasión", aquellos que hayan leído los capítulos 57 y 58 del manga sabrán a qué se refería.

** Mención de escena del capítulo 2 de la segunda temporada del anime.

*** "Yuki" significa "Nieve" en japonés. Y "Ginebashu" significa "Plateado y nevado" en japonés.

**** "Snow-ball" significa "Bola de nieve" en inglés.


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Sebastián: Bueno, ese fue el segundo capítulo, quizás estuvo aburrido, pero la joven ama quiso hacer que fuera una especie de "presentación" de los personajes que están como sirvientes de la mansión Rosenight.

Demian: *aparece de repente junto a su hermano, vestido de cocinero, batiendo algo en un recipiente con un cucharón* Así es, pero la joven ama promete más emoción en el siguiente capítulo, ¿verdad, onii-san?

Sebastián: Sí, tienes razón, Demian… *se gira abruptamente y lo ve extrañado* ¿Eso que bates es la mezcla para el pastel de Blume, mencionado al final del capítulo?

Demian: Sí, así es, onii-san *aun batiendo* El recetario decía que había que batir durante 30 minutos la mezcla, para que esté lista.

Sebastián: Entiendo, y… ¿cuánto te falta?

Demian: … 29 minutos TwT ya se me está cansando el brazo, ésta mezcla es dura para batir *aun batiendo, con cara de agotado*

Blume: *aparece de un salto y empieza a tirar de la manga de Demian* ¡Demian-san! ¿¡Ibas a dejar que Sebastián-san probara del cucharón!? ¡Ya te dije que yo iba a hacerlo! *tira y tira con fuerza*

Demian: ¡Aaaaaah! ¡Blume-chan! ¡No hagas eso, que se me va a…! Dx *intenta soportar, pero al final se le bota la crema que llevaba en el recipiente encima del Sebastián* ¡O-o-o-onii-san!

Sebastián: *todo lleno de crema, de la cabeza hasta los pies* … *sonríe "inofensivamente", con un aura demoníaca rodeándolo y tronándose los dedos* Demi-onii, tu onii-san tiene que discutir algo contigo~ *se relame los labios*

Demian: ¡O-o-onii-saaaan! ¡Piedaaaaad! *sale corriendo aterrado y se le cae una hojita por las prisas, en lo que su hermano mayor lo persigue*

Blume: ¡Oh! No sabía que a Demian-san y Sebastián-san les gustara jugar a "La pinta" *sonrisa inocente, en eso agarra la hojita que Demian dejo en el suelo y la lee en voz alta* Bueno, queridos lectores, no se olviden de dejar comentarios y hagan el favor de esperar el siguiente capítulo. ¡Y Ojo! Aviso que en el próximo capítulo… habrá… ¿Lemon? *carita confusa* ¿Lemon? ¿Y eso qué será? Suena como a "Limón" *se alza de hombros* Bueno, se lo preguntaré a Demian-san, una vez acabe de jugar con Sebastián-san *se va* nwn

Demian: *se escucha su voz gritando a lo lejos* ¡Aaaaaah, onii-san! ¡No hagas eso! DX

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Link del siguiente capítulo:

2 comentarios:

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  2. ajajjaja, me hizo reir mucho este capítulo, me enternecí con la escena entre Ciel y Lizzy, además de que por fin volvió a llamarla así, awwwwwww. Y que lindos, ciervitos blancos; me dieron ganas de ver uno frente a frente. Me hizo recordar uno de los capis de KSII. Por último me enternecí mucho con Blume, se nota que le gusta "limpiar" la cuchara. Suerte que sea una niñita inocente, ya que leyó ese papelito que decia lo de agregar "lemon" en el siguiente capi, ya quiero que lo publiques a ver que sucede (Y ojala ella nunca sepa lo que es el género ese n.nU)

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